24 de junio de 2008

ANGEL-A

ANGEL-A

Dir. Luc Besson

DVD


Hace ya más de 60 años uno de los grandes directores de las "feel-good-movies”, llevó a las pantallas un clásico llamado QUE BELLO ES VIVIR (It’s a Wonderful Life), James Stewart ante tanto palo recibido por parte de la vida, decide suicidarse tirándose de un puente. En el último segundo, un viejito se le acerca y lo lleva a recorrer un mundo en el que él no hubiese nacido, a manera de darse cuenta de lo importante que su vida ha sido para los demás y por lo tanto que en ello encuentre la recompensa para aceptar su destino. El viejito era un ángel- y Stewart finaliza corriendo por las nevadas calles de su pequeño pueblo saludando a cada edificio a cada persona en una de las imágenes cinematográficas más perdurables del siglo.

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ANGEL-A arranca bajo una premisa algo similar pero con una tremenda modelo de un metro ochenta y un enano marroquí que ante tanto palo recibido por parte de todos, decide suicidarse.



Esta pareja despareja camina en un hermoso blanco y negro por una estilizada París que bajo el pincel del director Luc Besson (el genio tras EL QUINTO ELEMENTO y EL PROFESIONAL) sus paisajes se convierten en oleos. La caminata implica el salvar las deudas del petiso y en el camino, su alma.

Angel-a funciona porque, Besson es un artesano de la imagen, la pareja despareja posee suficiente química y hay breves momentos de puro encantamiento, esos en los que la sala se calla y se escucha la encantadora reflexión que cruza de un lado a otro hasta llegar al espectador:

Ella y él se encuentran en un baño parisino, de esos que son suficientemente particulares como para ser considerados obras de arte de la ciudad más linda del planeta. Y ella lo abraza a él y lo hace mirarse al espejo, “¿Qué ves?” le pregunta ella mientras la cámara delicadamente se mueve atravesando la pared del baño hasta que nos encontramos siendo el espejo. La magia ha sido creada, el artificio engendrado, el espectador ha sido transportado en una sola toma hasta el otro lado del espejo y por instantes se convierte en él preguntándose “¿Quién soy?”.

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